domingo, 1 de junio de 2014

Esa mañana

No sé… Esa mañana escribiste:
“Un día, con el filo de un pedernal rompí mis ligaduras. Otro, me levanté y pude mendigar o robar (¡escuha esto!) - yo, Marco Flaminio Rufo, tribuno militar de una de las legiones de Roma - mi primera detestada ración de carne de serpiente.”
Eso hiciste. En esa frase subordinada metiste todo el esplendor y la grandeza de Roma, su vanidad; el orgullo y la dignidad de un hombre; su asombrado ultraje…
Ahora nosotros hablamos -¡qué manera de hablar!- pero vos hiciste eso. Así que… nada. No te preocupes por nada,  Borges querido.


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