lunes, 10 de noviembre de 2014

Formalismo

Está estudiando a los formalistas rusos, discute con ellos, los putea. –Estos tipos se tomaron hasta el agua de los floreros- dice mientras, la vista fija en el apunte,  se recoge el pelo en la nuca y lo ata con una cinta que lo va a retener durante cuatro minutos –Tzvetan Karajovich Todorov seguro tenía mamá- dice y vuelve al folio anterior empuñando el marcador amarillo como para apuñalar alguna proposición. Le ofrezco café
-Vodka- dice y se deja caer contra el respaldo sosteniendo el apunte con los brazos estirados hacia el techo, lee desde abajo. Sirvo café, le arrebato las hojas, su pelo vuelve a desmoronarse, fluye hacia sus hombros como una suave catarata incontenible, una catarata lenta y pesada y de ébano.
-¿Cómo estás vestida?- pregunto mientras le alcanzo el pocillo. Se mira, me mira
-¡Cómo qué! Soy un desastre. Me estás viendo
-Contame
-Bueno. Visto una falda negra y una camiseta sin mangas color.. no sé, gris; medias panty, negras. Hace un rato tenía sandalias…
-Está bien. Pero eso es historicismo. Eso es lo que llevas puesto. Pero yo no pregunté “qué” Soy ruso y formalista, pregunté “cómo”
-¿Sos Karajovich?                                                          
-Sí. Y eso es una falda mínima y acampanada de una tela tan liviana que si la vecina- la vieja  Trudi- estornuda en su casa, la falda se te convierte en bufanda. Las medias negras son de seda o algo y tienen importantes carreras en la parte posterior de los muslos y una más pequeña delante que se pierde debajo de la falda voladora. Por esas desgarraduras sabiamente dispuestas tu piel parece más blanca y vulnerable. Sos una niña que acaba de escapar del campo de concentración saltando la alambrada sin demasiada habilidad. En el campo seguro hay un oficial alemán que ya empezaba a renegar del nazismo y ahora está organizando desesperado una partida de caza.
-¿Me vas a cuidar?
-Voy a cuidar al pobre alemán. La camiseta es otra muestra de sabia maldad. No te copia todo el tiempo, pero cuando te recoges el pelo en la nuca el alemán llora
-¡Karajovich!
El formalismo es eso, no es la enumeración de tus prendas, es la forma en que etcétera. Ahora lee todo de nuevo.

-Si profe.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Radio

Compré una pequeña radio a batería. Después del tornado (que había vulnerado mi casa,  derribado árboles y aniquilado el tendido eléctrico) la falta de energía  fue, sobre todo, un corte de información. Nada, esa urgencia absurda de que me contaran  lo que había ocurrido. Me lo contó la radio. Supe entonces que un tornado había vulnerado mi casa, derribado árboles y aniquilado el tendido eléctrico. Podría confesarles otras idioteces, pero ésta tiene el atenuante de ser de orden general. Todos éramos la noticia pero necesitábamos que alguien nos relatara. Debe ser porque, una vez convertidos en relato, podemos modificar la sintaxis, enfatizar un párrafo, hacer ficción con la luna que entra por la ventana desaparecida en lo alto de la escalera. Agarrate, estoy por poner un aforismo, así, como quien pone un huevo, ahí va: Convertimos nuestra vida en un relato para  poder corregirlo. ¿Qué tal?
Radio. Es como un animalito murmurante, la mayor parte del tiempo dice boludeces. Mi secreto es no escucharla, sólo la oigo. Apenas un murmullo junto a la almohada, una prueba más de cobardía. Ese pánico de despertarme antes de estar dormido y descubrir la maldita cama vacía.