lunes, 3 de noviembre de 2014

Radio

Compré una pequeña radio a batería. Después del tornado (que había vulnerado mi casa,  derribado árboles y aniquilado el tendido eléctrico) la falta de energía  fue, sobre todo, un corte de información. Nada, esa urgencia absurda de que me contaran  lo que había ocurrido. Me lo contó la radio. Supe entonces que un tornado había vulnerado mi casa, derribado árboles y aniquilado el tendido eléctrico. Podría confesarles otras idioteces, pero ésta tiene el atenuante de ser de orden general. Todos éramos la noticia pero necesitábamos que alguien nos relatara. Debe ser porque, una vez convertidos en relato, podemos modificar la sintaxis, enfatizar un párrafo, hacer ficción con la luna que entra por la ventana desaparecida en lo alto de la escalera. Agarrate, estoy por poner un aforismo, así, como quien pone un huevo, ahí va: Convertimos nuestra vida en un relato para  poder corregirlo. ¿Qué tal?
Radio. Es como un animalito murmurante, la mayor parte del tiempo dice boludeces. Mi secreto es no escucharla, sólo la oigo. Apenas un murmullo junto a la almohada, una prueba más de cobardía. Ese pánico de despertarme antes de estar dormido y descubrir la maldita cama vacía.


1 comentario:

  1. Muy bueno amigo. Convertir la vida en un relato, se puede, corregir, lo que es corregir, es solo audacia de la memoria en complicidad con el olvido para hacerla pasable. Es lo que sucede, como el murmullo de la radio en la cama vacía. Me gusta. Un abrazo.

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